Guerra del Pacífico (1879 - 1884)
Durante los años de paz exterior e interior turbados sólo por las
rebeliones mapuches, años en que el imperio de la Constitución y la ley
regían los destinos de la República de Chile, se continuaron formando y
desarrollando las instituciones, la cultura, las ciencias y las artes.
Hasta 1879 año en que el Ejército, junto a la armada y el país entero, debió enfrentar a las fuerzas aliadas de Perú y Bolivia.
Durante ese periodo (1879-1884), el progreso de Chile no se
interrumpió. La guerra estimuló el desarrollo de la importante economía
industrial que sirvió en gran medida para abastecer al Ejército en
campaña; se concluyó la ocupación del territorio Araucano, se culminó
con la ocupación de Villarrica en 1883 y se empezaron a colonizar sus
campos.
La prueba fue favorable a los chilenos debido en gran parte a la
superior conducción militar de las operaciones y a la notable capacidad
guerrera del pueblo chileno, el que se transformó, en breve lapso, en un
compacto y disciplinado conjunto de soldados profesionales en los
campos de batalla. En efecto, todos los chilenos jóvenes de cualquier
profesión, dejando de lado sus labores e intereses personales, se
integraron desde el primer momento al Ejército en defensa de la Patria.
El triunfo de los nuestros se caracterizó por ser alcanzado a costa
de heroísmo y sacrificios inigualables por parte de toda la tropa,
guiados sabiamente por oficiales de todos los grados. Entre ellos, que
son muchos, destacamos al General Manuel Baquedano, sin dudas, el
vencedor de la guerra; al General Justo Arteaga, a quien correspondió
organizar el Ejército de Operaciones del Norte, en Antofagasta; el
Coronel Alejandro Gorostiaga, cuyo triunfo en Huamachuco obligó al
enemigo a firmar la paz; al Teniente Coronel Eleuterio Ramírez y al
Capitán Ignacio Carrera Pinto, quienes con el heroico sacrificio de sus
vidas en la Batalla de Tarapacá y en el Combate de la Concepción,
respectivamente, reafirmaron para siempre, una doctrina institucional
rigurosa en su código de honor, que se mantiene inalterable hasta
nuestros días.
Fronteras de Chile, Bolivia y Perú antes y después de la guerra.
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